LA BÚSQUEDA DEL MAR
Iriabel Lazo Alvarado
Carlos Alberto Huamán Arellano
Derechos reservados.
Perú Costa Rica.
IRIABEL
La flamígera roca gruñe en la espera
se enrollan los nudos
y la extraña lengua
cepilla los poros.
CARHUARE
Deja que la naturaleza palpite,
tomaremos los atajos posibles
El todo del todo dispuesto está.
Preparemos la superficie.
IRIABEL
Los longevos años burbujean en las venas
y han navegaron en esas olas gigantes,
cuyos remolinos tibios untaron el fervor.
CARHUARE
Gracias, tu fe multiplica los hematíes
El gigante ha despertado,
sus remolinos aumentarán el hacer.
IRIABEL
En la acera de ese fulgor de ansias,
gorjeaba, la mesa roja, llena de euforia,
había gravitado demente los anhelos vagabundos.
CARHUARE
Hay la potencia de un fuego
Tras el vuelo del cordón exigente
Orto vinculador de erráticos deseos.
IRIABEL
Se arrodilla el rocío y humedece el tallo
y el delirio coagula el núcleo
las atornasoladas fresas bailotearon fogosas en la mirada,
chirría la braza en la boca,
atiza el agujero lento y muerde la entrega.
Nadan las crecientes en el párvulo hechizo
y se despuntan los desquiciados sabores.
CARHUARE
Ha hormigueado la brisa tibia de los cimientos,
la estructura exige a las partes armonía.
El picante ha desequilibrado la fuente de pedidos;
todo se mira en el color del fuego.
Cambian los cromatismos y el celeste se impone,
Se desbordan los causes y convergen las quebradas;
hasta que todo desemboca en la mar particular.
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