©Victoria Suéver
ESPERANZA DE NUEVO AÑO
Un año que despunta como aurora,
con luz dorada y promesas de albores,
despierta en el alma anhelos mejores,
como un jardín que en primavera aflora.
Es tiempo de sembrar sueños fecundos,
de surcar los mares de incertidumbre,
y dar al porvenir pasos profundos.
Un lienzo limpio, sin manchas ni huellas,
se extiende ante el pincel de nuestra mano.
Cada trazo que demos será humano, y cada estrella, una meta más bella.
Vienen días de brisas renovadas,
de voces que alzan cánticos sinceros,
de abrazos fuertes, de lazos certeros,
y almas que curan heridas pasadas.
El reloj marcó el adiós del quebranto,
sus campanadas fueron el olvido
de lo que pesó, de lo mal vivido;
renacemos en su sonoro canto.
Un año que inicia es un campo abierto,
un valle donde florece el destino.
Cada paso será un verso divino que escriba la vida con rumbo cierto.
Es hora de labrar con manos firmes
la tierra que espera nuevas semillas,
y ver cómo el futuro logra erigirse.
El tiempo trae sendas desconocidas,
pero también la fuerza que redime
y en los anhelos, hallamos la vida.
Alcemos la copa, brindemos con fuego
por los días que aún no han sido escritos,
por el amor que renace infinito,
por los sueños que esperan tras el juego.
El año es poema de rimas exactas,
cada día un verso, cada mes un canto.
En sus estrofas forjemos encanto.
Así, este ciclo que hoy comenzamos,
con júbilo, con fuerza renovada,
será el faro que guíe nuestra andanza
y el eco eterno de lo que soñamos.
©Victoria Suéver.2025
Madrid, España
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